DOMINA TU CORAZÓN

miércoles, 29 de mayo de 2013


Mentiría si dijera que jamás un arrebato de ira me ha llevado a actuar de manera irracional, provocando un abandono de los valores que predico y un arrepentimiento casi espontaneo e incluso una profunda sensación de frustración. Mentiría asimismo diciendo que en un estado de euforia pasajero he sabido valorar mis capacidades y ello no me ha llevado a una demostración limitada de mi potencialidad en el deporte, en los estudios y en mis relaciones personales y profesionales. Tampoco sería fiel a la verdad si negase que en ciertas ocasiones el miedo o la sorpresa que me han provocado ciertos acontecimientos me han paralizado a la hora de tomar decisiones o emprender alguna iniciativa. En definitiva, reconozco que en todas esas ocasiones he sido en cierto modo "esclavo de mi corazón"
Estoy seguro de que muchos de los que leéis este blog,  habéis sometido en más de una ocasión vuestros valores más profundos a los caprichosos designios de vuestro corazón en forma de emociones. No os preocupéis, es algo inherente al ser humano y lo contrario nos privaría de una de las partes más interesantes y placenteras de la vida. El mundo de las emociones convierte nuestra existencia en una aventura. La alegría, el amor, el miedo, la tristeza, la sorpresa...todas ellas constituyen cambios de ritmo en nuestro desarrollo personal, que sin embargo no deben apartarnos de la identidad, de la personalidad. No debemos subordinar los valores a los sentimientos, pues entonces el conflicto interior será inevitable. Por todo ello cobra una importancia fundamental el control de esas emociones,lo que llamamos INTELIGENCIA EMOCIONAL. 

La pregunta es ¿como podemos hacerlo?.Evidentemente la respuesta no es sencilla. Debemos ser capaces de interpretar las señales que nos envía nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Toda emoción lleva una serie de consecuencias a nivel físico y de activación hormonal, que podemos utilizar para regular nuestra respuesta y nuestro comportamiento. Cuando sentimos miedo la sangre acude a los músculos más grandes, preparándonos para la acción debido a nuestro instinto de supervivencia. La tensión arterial se eleva, los sentidos aumentan su percepción. Ante la sorpresa se elevan las cejas, la mandíbula tiende a relajarse y la boca se abre. La tristeza, la alegría, el asco, todas las emociones básicas conllevan manifestaciones externas. Debemos tomar conciencia de esos signos e interiorizar una serie de técnicas para controlar esas emociones, por ejemplo el uso de la respiración como método de control psicofísico, los anclajes, la visualización, el pensamiento positivo, etc.
Cuando hablamos de aprendizaje, debemos tener en cuenta que un determinado nivel de implicación emocional facilita la adquisición de conocimientos. Esa es la base de los nuevos programas que llegan a la escuela como Entusiasmat, Amco, etc. Sin embargo tan poco interesante resulta repartir información sin ninguna implicación emotiva como hacerlo desde el extremo opuesto, puesto queambos serán obstáculos insalvables para el aprendizaje.
Exactamente el mismo proceso ocurre con el rendimiento en una competición deportiva, un examen, una conferencia,en nuestro trabajo, etc, no seremos capaces de dar lo mejor de nosotros si la activación emocional se mantiene en valores extremos.
Actuemos pues siendo conscientes de que debemos atenuar las consecuencias de las emociones en nuestra conducta, de que no hay emociones positivas o negativas, sino que adquieren dicho carácter en función de como las interpretamos y de que en definitiva la solución una vez más esta en nosotros mismos.




                                                                           

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El entrenamiento emocional nos llevara a un mejor autoconocimiento y autocontrol, mejorará nuestras habilidades y relaciones sociales porque generaremos empatía y fomentará la automotivación en todas las actividades que realicemos, dándole mayor sentido y trascendencia a nuestra vida.






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