UN ESPÍRITU LIBRE

lunes, 2 de diciembre de 2013

Para completar nuestra personalidad, una vez hemos hablado de cuerpo, mente y corazón, sólo nos queda dedicar esta entrada a la parte de nuestro SER más profunda y que incluso trasciende por encima de nosotros, es decir, al ESPÍRITU.
Sin duda, he de reconocer que incluso a mí antes de entrar en contacto con el apasionante mundo del coaching, la palabra espíritu nos resulta inquietante.Nos hace pensar en las religiones, en sectas, en prácticas orientales como el yoga, taichi, zen, etc. A los más escépticos les suena a "cuento chino", precisamente por ser algo intangible que escapa a la realidad terrenal y no puede ser percibido por ninguno de nuestros cinco sentidos. Una vez más se manifiestan nuestros miedos a lo desconocido y como es habitual en el ser humano, tendemos a negar su existencia e incluso censuramos a los que cultivan su espíritu en una desesperada huida hacia adelante. Es indudable que la religión y el cultivo de la espiritualidad han dado un paso atrás en las motivaciones de la sociedad de hoy en día, en detrimento de otros valores mucho más mundanos y materiales, que en mi humilde opinión y en la de muchos otros pensadores, filósofos, comunicadores e incluso economistas, son gran parte de la causa de la profunda crisis que vive el mundo occidental, no sólo a nivel económico, sino también educativo, familiar, social, etc.
Pero, ¿QUE ES EL ESPÍRITU, QUE PUEDE INFLUIR TANTO EN NUESTRO MODO DE VIVIR ?.
Yo tengo mi forma de verlo, como algo compuesto por dos realidades:
En primer lugar una realidad personal, conformada por nuestros valores más profundos como personas, aquello que da sentido a nuestros actos y de lo que cada vez que hacemos algo, dependen cada uno de nuestros movimientos.Preguntando a los alumnos de secundaria, vemos que los valores que sienten necesarios son el amor, la paz, la solidaridad, la amistad, el esfuerzo, la gratitud, la humildad, la generosidad....es decir, valores universales y que prácticamente todos suscribimos. Sin embargo, en la realidad, son precisamente esos valores los que echamos en falta desde la escuela hasta la política, ¿porqué?. Sencillamente porqué la escuela en general ha centrado todos sus esfuerzos en la educación intelectual y toda la formación espiritual se ha delegado en la familia y en las instituciones religiosas, sin duda y a pesar de la buen voluntad de ambas, medios a todas luces insuficientes cuando gran parte de los niños recelan de la iglesia o apenas tienen contacto con sus padres debido al ritmo de vida actual.
En segundo lugar, el espíritu es algo que transciende a las personas. Tiene que ver con el sentido de la vida, con nuestra aportación al mundo, en definitiva, con el servicio a los demás. Para que me entendáis pondré un ejemplo:
 Cuando empezamos a trabajar, en un principio nuestra motivación fundamental es extrínseca, es decir, la recompensa viene del exterior ( económica, agradecimiento, etc). Más adelante sentimos la necesidad de motivarnos intrínsecamente, con algo relacionado con nuestro propio trabajo ( ser el mejor en nuestra área, conseguir los mejores resultados, etc ). Por último, entendemos que para sentirnos plenos, nuestro trabajo tiene que trascender a otras personas y sólo nos realizaremos si con el contribuimos a crear un mundo mejor ( ayudar a los alumnos a ser personas comprometidas, perseverantes, piadosas, etc ).
Gran parte de las personas no alcanzan nunca esa motivación trascendente, entre otras cosas porque tienen arraigados fuertemente valores individuales y actúan en términos de ganar-perder, es decir, piensan que para que ellos ganen otros deben perder, cuando todos los actos en común deben hacerse en términos de ganar-ganar.
No me voy a extender más, aunque es un tema complejo, así que como siempre os dejo una serie de consejos para hacer más fuerte vuestro espíritu y el de las personas que os rodean.


  • Dedica 5 minutos de tu día a ti mismo, siéntate, cierra los ojos y deja la mente en blanco, sintiendo como entra el aire en tu interior y tu corazón ralentiza su ritmo.
  • Cuando ya eres capaz de abstraerte del exterior, repasa tu día y agradece cada una de las cosas que te han hecho sentir bien a lo largo del día.
  • Piensa también en las que no lo han hecho y reflexiona si has actuado desde tus sentimientos en ese instante o desde tus valores o principios.
  • No juzgues a los demás, piensa sólo en lo que tu puedes hacer para que la próxima vez sea diferente.
  • Con tus hijos, puedes sentarte a ver las noticias y comentar como podríais ayudar a mejorar situaciones en otros lugares.
  • Podrías llegar a un acuerdo para participar en alguna acción de voluntariado o dedicar una parte de su paga semanal a alguna organización benéfica.
  • Es muy gratificante dedicar 5 minutos a meditar en familia. Sino sabes como guiarle, puedes buscar en internet alguna meditación guiada muy básica, las hay de calidad.
  • Asegúrate de que los programas de televisión, lecturas y música que consumen, están de acuerdo con los valores que pretendes inculcar a tus hijos. 
Se trata de cambiar de mentalidad, creer en que para ser felices necesitamos de los demás tanto como ellos nos necesitan a nosotros. En que todos confiamos en unos valores universales que necesitan ser llevados a cabo de manera consciente, impregnando cada uno de nuestros actos, puesto que son la forma de manifestarse de nuestra alma, de nuestro espíritu, el único capaz de transformar el mundo.