A la hora de enfocar el
tratamiento del cuerpo en niños y adolescentes, perfectamente podríamos dar
como válidos los preceptos expuestos para los adultos, con ligeras
modificaciones. Una dieta equilibrada, descanso suficiente y adecuado y un
entrenamiento con una correcta distribución de las cargas siguen siendo la base
de un desarrollo corporal óptimo y saludable.
Sin embargo debemos tener en
cuenta que el ejercicio físico y el deporte no sólo modifican la morfología del
cuerpo, sino que en estas edades, suponen un factor de suma importancia en la
formación de la personalidad del niño.
Ahora, con el comienzo del curso
escolar, muchas familias valoran la posibilidad de inscribir a sus hijos en una
modalidad deportiva. Una decisión excelente, pero ¿en que aventura embarcamos a
nuestros hijos?... ¿Qué pretendemos con esa decisión?
No hablo de trivialidades.
Durante casi 20 años como profesor de educación física, he observado
importantes cambios en la personalidad de los alumnos, relacionados con su
experiencia en el mundo del deporte, sobre todo en su vertiente competitiva. Quizás
haya padres que debieran plantearse si es responsable inscribir a sus hijos en
un deporte, solamente para mantenerlo vigilado una horas, porque la mayoría de
familias lo hacen o porque es lo más cercano al domicilio. No juzgo estas
decisiones, entre otras cosas ya que las situaciones familiares son únicas y
nadie tiene derecho a criticarlas. Únicamente ofrezco una serie de reflexiones
personales para ayudar a la toma consciente de decisiones en un área importante
de la educación de nuestros hijos.
1º La
motivación del niño es importante… pero no decisiva. Si tiene claro que es lo
que quiere hacer, adelante, que se sienta apoyado, eso reforzará su autoestima
y su progresiva independencia. Hay muchos niños que se niegan a iniciar una
experiencia deportiva. Nosotros como padres debemos valorar los motivos y tomar
una decisión, no debemos olvidar que somos los responsables de su formación e
igual que los apuntamos a academias de ingles, música, pintura, etc., si
consideramos el deporte como importante para la educación integral nos
corresponde actuar.
2º ¿Qué
deporte es mejor? ¿Individual o colectivo? Lo ideal sería que practicase una
modalidad de cada, pero con el ritmo de vida actual y las dificultades económicas
de la sociedad, parece más bien una utopía. Partamos entonces del niño y de
nuestros objetivos. Dependiendo de las actitudes o comportamientos y valores
que deseemos potenciar, elegiremos una u otra modalidad.
DEPORTE INDIVIDUAL
Responsabilidad individual.
Autoconfianza.
Superación del “Miedo escénico”.
Disciplina individual.
Organización del trabajo.
Automotivación.
Establecimiento de objetivos.
DEPORTE COLECTIVO
Pensamiento táctico.
Cooperación.
Asumir roles.
Delegar.
Liderazgo.
Solidaridad.
Interdependencia.
3º Una
vez elegida la modalidad deportiva, debemos asegurarnos que los valores del
club o entidad donde los va a llevar a cabo, corresponden a los valores que
consideramos importantes en el ámbito familiar. Un entrenador represivo o con
poca formación, el exceso de competitividad o la falta de liderazgo, pueden
tirar por tierra toda nuestra labor a la hora de inculcar valores que
consideramos fundamentales por su universalidad.
4º Por
último y no menos importante, debemos acompañar a nuestros hijos en su
trayectoria deportiva, que siempre se sientan apoyados y valorados, pero ojo,
no juzgados y presionados. Sólo ellos pueden fijarse objetivos y ser
responsables de sus actos, aprendiendo a valorar los resultados y actuar en
consecuencia. Ese será el paso decisivo hacia la madurez y hacia la
interdependencia.