" YOU´LL NEVER WALK ALONE "

viernes, 14 de febrero de 2014

Puedo decir de manera clara y abierta, que he aprendido más de los alumnos en los dos años largos que hacen desde que he introducido el coaching individual y de grupos en mi práctica docente, que en los dieciséis anteriores. Sin lugar a dudas, trabajar aspectos como la escucha activa, la inteligencia emocional, las leyes sistémicas, la empatía, el pensamiento y la actitud positiva y otros que son propios de nuestra disciplina, no sólo me ha acercado más a los alumnos, sino que en la medida que he ido conociendo y comprendiendo de manera más profunda sus inquietudes,ambiciones y dificultades, ha crecido en mí un sentimiento de autorealización, mucho más próximo a lo que imaginaba hace casi veinte años, cuando vestido de utopías, aterrice en mi colegio.
Los que somos o habéis sido padres de adolescentes, sabemos de la dificultad de tratar con chicos y chicas de esa edad, en la que su mundo físico y psicológico les abre un universo de posibilidades, sueños y ambiciones ilimitados, pero también infinidad de dudas, inseguridades y miedos, que trasladan a las dos instituciones en las que emplean el mayor porcentaje de sus días, la ESCUELA y la FAMILIA.
Cada vez es más frecuente encontrar familias que en sus propias palabras "tiramos la toalla" o "no sabemos que hacer con él". Con frecuencia, gran parte se agarran a un diagnostico tipo TDA o TDAH, que desemboca en una medicación en ocasiones abusiva e innecesaria, para justificar todo tipo de conductas, desde el fracaso escolar a problemas de adaptación, actitudes violentas o cualquier otra de las que los chicos/as de esta edad suelen presentar.
Evidentemente, el ritmo de vida actual, no favorece que los padres tutelen realmente a sus hijos durante gran parte del día, pero en esta ocasión,  es más importante la calidad que la cantidad. Poneros durante unos minutos en su lugar. De repente alguien os apunta a una o dos actividades después de trabajar, incluso sin
pediros opinión ( deporte, música, academia, inglés, etc ). Al menos una de esas actividades, es una continuación de vuestra labor en el trabajo, con las ganas que teníais de descansar. Al llegar a casa, esa misma persona te pide que trabajes otro poco más en casa. Incluso en ocasiones, te coge tu agenda sin permiso para revisar lo que has hecho, asaltando tu intimidad. Te exige resultados positivos y tu lo intentas, sin embargo, a pesar de hacer un gran esfuerzo, no consigues tu objetivo, lo que repercute en una mayor vigilancia de tu labor e incluso la perdida de privilegios que anteriormente has tenido ( televisión, amigos, videojuegos, deporte, etc ). Inevitablemente reaccionas.Puede ser rechazando a la autoridad, perdiendo confianza en tí, disminuyendo tu autonomía o manifestando tu frustración en entornos diferentes.
Esta es la realidad que los adolescentes que he tratado a nivel individual viven. El colegio, con sus currículos desfasados y carentes de significado real para ellos, con sus métodos en ocasiones tediosos y faltos de motivación intrínseca y con su interminable jornada dentro y fuera de las aulas, se convierte en una carga para la que muchos de ellos no se ven preparados. Manifiestan un enorme miedo al error, porque en la
mayor parte de los casos representa un castigo. Se sienten inseguros porque a pesar de intentarlo, con frecuencia no tienen las herramientas necesarias lo suficientemente consolidadas para conseguir sus propósitos. No tienen confianza en si mismos, porque la mayor parte de las ocasiones, el único baremo que los adultos utilizamos para valorarlos es el boletín de notas e incluso, aquellas disciplinas que les motivan ( Educación física, dibujo, música, tecnología, informática ) las consideramos menores, en base a nuestro propio mapa mental. Presentan dificultades de relación porque los compañeros con buenas calificaciones rehuyen su cercanía en los trabajos colectivos, llegando en ocasiones a marginarlos en el aula. No se sienten escuchados porque nadie les pregunta su opinión ni da valor a sus razonamientos, sólo cuenta el resultado y en el entorno familiar en lugar de cariño, encuentran reproches.Podría continuar, pero seguro que alguno de vosotros se está haciendo preguntas como ¿ y entonces que hacemos?, ¿ donde está el límite?,  ¿ les damos libertad absoluta?. Mi respuesta es el Coaching.
 Comencemos por escucharles. Ellos son conscientes de sus fortalezas y sus áreas de mejora, sus virtudes y sus carencias. Saben el ritmo y la carga de trabajo que son capaces de asumir. Saben que es aquello que no les está dejando progresar y conocen sus motivaciones, sus obligaciones y sus derechos. Lo que desconocen la mayor parte de los casos es como hacer una planificación de los objetivos, como utilizar las herramientas de las que disponen, como afrontar los errores desde una perspectiva de crecimiento, como tomar decisiones, como abstraerse de preocupaciones que están fuera de su circulo de influencia, como saber lo que nosotros valoramos en ellos. Ayudémosles. Encontremos el equilibrio entre dirigir, acompañar y dar libertad. Valoremos los pequeños logros sea en el ámbito que sea, somos seres globales, todo influye. Respetemos sus principios y a partir de ahí ayudémosles a conseguir el éxito. Trabajemos en equipo, en igualdad de condiciones, aportando y no imponiendo, dejando que sea responsable de sus decisiones y que él mismo sepa que hacer en caso de que los objetivos no se consigan. Pongámonos en su lugar e intentemos comprenderle antes de dar nuestra opinión.

Debemos olvidarnos de nosotros por un momento, sólo él puede encontrar su camino en la vida, nuestra misión es acompañarlo y que nunca se sienta sólo en ese camino..










1 comentarios:

Ana Cris dijo...

Cómo me hubiera gustado tener un profesor como tu cuando era estudiante, me hubiera ido, seguro, mucho mejor.
Esto si que es AMOR!!!!

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