
Los que somos o habéis sido padres de adolescentes, sabemos de la dificultad de tratar con chicos y chicas de esa edad, en la que su mundo físico y psicológico les abre un universo de posibilidades, sueños y ambiciones ilimitados, pero también infinidad de dudas, inseguridades y miedos, que trasladan a las dos instituciones en las que emplean el mayor porcentaje de sus días, la ESCUELA y la FAMILIA.
Cada vez es más frecuente encontrar familias que en sus propias palabras "tiramos la toalla" o "no sabemos que hacer con él". Con frecuencia, gran parte se agarran a un diagnostico tipo TDA o TDAH, que desemboca en una medicación en ocasiones abusiva e innecesaria, para justificar todo tipo de conductas, desde el fracaso escolar a problemas de adaptación, actitudes violentas o cualquier otra de las que los chicos/as de esta edad suelen presentar.
Evidentemente, el ritmo de vida actual, no favorece que los padres tutelen realmente a sus hijos durante gran parte del día, pero en esta ocasión, es más importante la calidad que la cantidad. Poneros durante unos minutos en su lugar. De repente alguien os apunta a una o dos actividades después de trabajar, incluso sin
pediros opinión ( deporte, música, academia, inglés, etc ). Al menos una de esas actividades, es una continuación de vuestra labor en el trabajo, con las ganas que teníais de descansar. Al llegar a casa, esa misma persona te pide que trabajes otro poco más en casa. Incluso en ocasiones, te coge tu agenda sin permiso para revisar lo que has hecho, asaltando tu intimidad. Te exige resultados positivos y tu lo intentas, sin embargo, a pesar de hacer un gran esfuerzo, no consigues tu objetivo, lo que repercute en una mayor vigilancia de tu labor e incluso la perdida de privilegios que anteriormente has tenido ( televisión, amigos, videojuegos, deporte, etc ). Inevitablemente reaccionas.Puede ser rechazando a la autoridad, perdiendo confianza en tí, disminuyendo tu autonomía o manifestando tu frustración en entornos diferentes.
Esta es la realidad que los adolescentes que he tratado a nivel individual viven. El colegio, con sus currículos desfasados y carentes de significado real para ellos, con sus métodos en ocasiones tediosos y faltos de motivación intrínseca y con su interminable jornada dentro y fuera de las aulas, se convierte en una carga para la que muchos de ellos no se ven preparados. Manifiestan un enorme miedo al error, porque en la
mayor parte de los casos representa un castigo. Se sienten inseguros porque a pesar de intentarlo, con frecuencia no tienen las herramientas necesarias lo suficientemente consolidadas para conseguir sus propósitos. No tienen confianza en si mismos, porque la mayor parte de las ocasiones, el único baremo que los adultos utilizamos para valorarlos es el boletín de notas e incluso, aquellas disciplinas que les motivan ( Educación física, dibujo, música, tecnología, informática ) las consideramos menores, en base a nuestro propio mapa mental. Presentan dificultades de relación porque los compañeros con buenas calificaciones rehuyen su cercanía en los trabajos colectivos, llegando en ocasiones a marginarlos en el aula. No se sienten escuchados porque nadie les pregunta su opinión ni da valor a sus razonamientos, sólo cuenta el resultado y en el entorno familiar en lugar de cariño, encuentran reproches.Podría continuar, pero seguro que alguno de vosotros se está haciendo preguntas como ¿ y entonces que hacemos?, ¿ donde está el límite?, ¿ les damos libertad absoluta?. Mi respuesta es el Coaching.


1 comentarios:
Cómo me hubiera gustado tener un profesor como tu cuando era estudiante, me hubiera ido, seguro, mucho mejor.
Esto si que es AMOR!!!!
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